Publicado originalmente en diciembre de 2008 en Revista Mensaje, Chile, bajo el título “¿Qué América Latina espera a Obama”. Versión original, a continuación:
Patricio Zamorano
El año del progresismo y las crisis incipientes podría llamarse a este 2008. El año de la incertidumbre económica podría llamarse a este 2009. El año recién pasado vio ratificar la ola de nuevos liderazgos, nuevos experimentos institucionales, nuevos grupos emergentes, nuevas caídas de grupos tradicionales de la política, y nuevos retos para la institucionalidad democrática. El año 2009 podría haberse convertido en un periodo de continuismo y profundización de este proceso histórico, de no haberse disparado la crisis económica en Estados Unidos, junto a sus repercusiones mundiales. Por tanto, se debe esperar un fuerte frenazo económico que repercutirá en dos niveles: o desacelerando los procesos de reforma política que deberán adaptarse a la nueva prioridad, la estabilidad económica; o provocando fuertes crisis institucionales en aquellos países más vulnerables que no tengan capacidad de controlar la crisis recesiva mundial.
Políticamente, lo que ha estado en juego durante estos doce meses de 2008 es básicamente el concepto de democracia y sus múltiples mutaciones, pragmáticas y negativas para algunos, evolutivas para otros. En las definiciones se ha pasado desde el populismo a las democracias híbridas, desde las democracias electorales a las democracias electoreras, desde las democracias tradicionales y representativas, a las revolucionarias o autoritarias. El aumento progresivo del precio de las materias primas, minerales, petróleo y alimentos, permitió a los países subdesarrollados de América Latina pasar a una nueva etapa de experimentación de regímenes más estatistas, al crecer los fondos disponibles para el gasto fiscal. La oleada cambió el color político de América Latina, y permitió iniciar, por ejemplo, nuevas asambleas constituyentes que crearan constituciones funcionales al nuevo concepto de democracia.
En lo económico, la crisis ha aumentado la percepción negativa hacia el modelo neoliberal, ya no como respuesta ideológica a la inestabilidad de los noventa, sino a la caída de los mercados más grande desde la Gran Depresión del primer tercio del siglo XX. La crisis económica, por tanto, cambia radicalmente el escenario de reformas políticas que venía planeándose para 2009. A continuación, algunos de los hechos que marcaron la agenda continental de 2008 y algunas de las pistas de proyección para el próximo año:
Colombia-Ecuador: el golpe a Reyes
El ataque colombiano a la zona del río Putumayo, fronteriza con Ecuador, el 1 de marzo de este año, dejó graves secuelas. En lo concreto, el bombardeo a un campamento de las FARC mató a una veintena de guerrilleros y visitantes, incluido al alto miembro del secretariado “faraco”, Luis Edgar Devia, alias Raúl Reyes, que había fungido también como vocero del grupo guerrillero. No sólo eso. Provocó la rotura de relaciones diplomáticas con Ecuador, que no aceptó la penetración de sus fronteras. El gobierno de Venezuela solidarizó con Ecuador, también expulsando a la delegación diplomática colombiana, y movilizando tropas a la frontera con Colombia. El caso llegó rápidamente a la OEA, donde se concretó un voto de rechazo casi unánime a la violación de la soberanía ecuatoriana. Estados Unidos presentó observaciones a la declaración final, aunque el voto del resto de los países no cambió. Se estableció una misión internacional de paz Ecuador-Colombia, que aún no concreta la reanudación de las relaciones diplomáticas.
No solo el ataque provocó tensiones. La revelación de decenas de supuestos correos electrónicos y documentos de las computadoras confiscadas a Raúl Reyes hablaron de relaciones entre las FARC con autoridades ecuatorianas, venezolanas y de otros países. Muchos de los mencionados habían estado fuertemente comprometidos a los esfuerzos de mediación para liberar a los secuestrados de las FARC. Otros, se dijo, estaban involucrados en apoyo político y militar a las fuerzas irregulares. Tanto Ecuador como Venezuela no reconocieron ni la existencia legal de las computadoras ni la evaluación realizada por Interpol.
Las denuncias basadas en las supuestas computadoras de Reyes llevaron a las relaciones diplomáticas Colombia-Venezuela-Ecuador a uno de los niveles más bajos de las últimas décadas. Sólo la sensatez financiera (el comercio entre estas naciones es intensísimo) ha logrado apaciguar las tensiones. Las presidencias de Uribe y Chávez acordaron un clima de diálogo y silencio que ha sido cumplido, aunque las tensiones con Ecuador continúan y amenazan con proyectarse hacia 2009.
Ecuador y el nuevo orden constitucional
Después de un largo proceso de discusión, el gobierno de Rafael Correa pudo concretar el referendo de aprobación de la nueva Carta Magna ecuatoriana. Con más del 60% de los electores aprobando la nueva Constitución, Correa cumplió uno de los puntos fundamentales de su gobierno tras ganar las elecciones de 2006. En 2007 se había instalado la Asamblea Constituyente, de la cual emanó el proyecto constitucional que se aprobó el 28 de septiembre de 2008, y que entró en vigor en octubre. La nueva Carta busca relanzar la relación ciudadanía-estado, aumentando la protección social. Garantiza una educación gratuita, incluyendo la universitaria, además de aumentar el gasto fiscal en salud, créditos para la pequeña y mediana empresa, además de ayuda a los agricultores. El nuevo texto también privilegia a la integración nacional, oficializando la diversidad cultural del país, además de tener una vocación “bolivariana” de integración regional en América Latina, similar a la Constitución de 1999 de Venezuela. Los críticos de la nueva Carta Magna advierten que genera demasiado poder al Presidente, aumentando el control sobre el Banco Central y las Fuerzas Armadas, además de permitir la reelección por dos periodos consecutivos. Habrá nuevas elecciones generales en abril de 2009 que renovarán los puestos de representación, incluido el del propio presidente Correa.
La aprobación de la Constitución ecuatoriana es la segunda nueva Carta Magna en el área regional de la última década. De concretarse pronto el nuevo proyecto de Constitución de Bolivia, se cerraría el proceso de nuevos liderazgos (Chávez, Correa y Morales) que han planteado nuevas constituciones como forma de reformar la institucionalidad política y económica de sus países. El proceso ha sido acompañado de una gran polarización interna en los tres países, lo que abre fuertes retos para la futura convivencia nacional. Sin embargo, de mantenerse el actual calendario de elecciones, Correa ratificará su proyecto político, de ser reelegido en abril.
Bolivia y la salida a la crisis
El país altiplánico vivió uno de los procesos políticos más complejos de todos los que se vienen concretando en el continente. Luego del bloqueo político gobierno-oposición en la Asamblea Constituyente, lo que retrasó en varios meses el proceso de discusión, el gobierno forzó el escenario aprobando, a puertas cerradas y sin presencia opositora, el borrador constitucional en noviembre de 2007. Esto dio origen a varios meses de inestabilidad, movilizaciones, protestas y violencia.
Los cuatro departamentos opositores de la llamada Media Luna, Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando, realizaron referendos para aprobar estatutos autonómicos, una histórica lucha que ha dividido Bolivia por muchos años. Entre mayo y junio los departamentos aprobaron esas iniciativas en las urnas, mientras el gobierno desconocía los resultados. En medio de la crisis, vino una jugada riesgosa: el presidente Morales convocó a referendos revocatorios para los nueve prefectos del país, la mayoría opositores, y su propio mandato presidencial. Todos quienes lograran votos de rechazo que superaran la votación por la que fueron elegidos tendrían que dejar sus puestos. La idea, sugerida tiempo antes por los propios prefectos, reordenó todo el espectro político, y puso al gobierno de Morales al borde de poner fin a su mandato. Los referendos revocatorios se realizaron finalmente en agosto. El presidente Morales logró una ratificación del 67% de los votos, mientras los prefectos de Cochabamba y La Paz fueron removidos de sus puestos.
Toda la grave confrontación social llegó a un punto histórico en octubre, cuando se logra acuerdo entre la oposición y el gobierno en el Congreso para consensuar el proyecto de Constitución (se modificaron una centena de los artículos aprobados por la Constituyente en diciembre de 2007) y fijar fecha para el referendo de aprobación: 25 de enero. El gobierno cedió abriéndose a las autonomías departamentales que reclamaba la oposición. El oficialismo obtiene a su vez que se establezca un rol protagónico del Estado en el área económica, incluyendo la prohibición de privatizaciones del patrimonio público. Aumenta, también, la protección de sectores vulnerables, incluyendo el reconocimiento constitucional a más de 30 pueblos indígenas. El propio presidente Morales cedió en un punto primordial: no optar a dos reelecciones, sino limitarse a un solo periodo presidencial, el cual de ganar las nuevas elecciones de autoridades de diciembre de 2009, terminaría en 2014. La aceptación de todos los sectores de los resultados del referendo de este mes será vital para el futuro institucional del país.
Paraguay: Un ex obispo a la Presidencia
Tras seis décadas de control político del partido Colorado, Paraguay hizo historia en abril al elegir a un presidente en representación de nuevas fuerzas sociales. Más que eso, el voto popular correspondió al proyecto de cambio de un ex obispo católico, Fernando Lugo. Un bloque de centro-derecha dividido permitió que el nuevo mandatario llegara al poder con 40% de los votos, diez puntos por encima de su más cercano contrincante, la oficialista Blanca Ovelar. El ex general Lino Oviedo obtuvo un 22%. Sin embargo, el porcentaje obtenido por Lugo y el hecho de que no cuenta con mayoría de apoyo legislativo genera fuertes dudas sobre su capacidad de gobernabilidad en los próximos años: su Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) ganó solo 17 asientos de los 45 del Senado, y 26 de los 80 asientos de la Cámara de Diputados. De las 17 gobernaciones departamentales, el PLRA ganó sólo 7. Los desafíos son enormes: pobreza crónica, uso sostenible de recursos naturales, alta dependencia energética, la seria situación del contrabando en la llamada “triple frontera”, por nombrar algunos. Sin embargo, las relativamente buenas cifras macroeconómicas del país dan cierta estabilidad al proceso político, aunque la reciente recesión mundial cierne un manto de preocupación sobre el futuro cercano.
Venezuela y el avance reformista
Elecciones estratégicas tuvo Venezuela y la llamada “revolución bolivariana” este pasado 23 de noviembre. La importancia de ese sufragio era fundamental tanto para la oposición como para el oficialismo: tras la derrota del gobierno en el referendo constitucional de diciembre de 2007, estas elecciones continuaban un proceso de revalidación política de la oposición, que no había conocido triunfos de importancia desde que el presidente Hugo Chávez llegó al poder en 1999. Las elecciones pasadas de noviembre eran críticas para medir la solidez de este repunte electoral y la situación de apoyo a la agenda de gobierno.
Oposición y gobierno “plebiscitaron” esta elección, en el sentido de convertirlas en una evaluación del régimen, más allá de elegir a alcaldes y gobernadores, Para el gobierno, luego de la derrota del referendo de diciembre de 2007, mantener su ventaja en el número de gobernadores y alcaldes implicaba un apoyo tácito al avance de sus reformas, especialmente aquellas que permiten la reelección continua del Presidente de la República. Los resultados finales de la elección fueron moderados para uno y otro lado: la oposición ganó tres gobernaciones más, completando cinco, incluyendo el estado petrolero de Zulia y la capital, Caracas. En el caso del oficialismo, ganó 17 gobernaciones, del total de las 21 que controlaba, perdiendo el estado de Miranda, cuyo gobernador Diosdado Cabello es uno de los dirigentes más cercanos al presidente Chávez.
La disminución en gobernaciones oficialistas contrastó con la amplia victoria en alcaldías. Sólo el Partido Socialista Unido de Venezuela, (PSUV), obtuvo 263 alcaldías, de un total de 326, es decir, el 80% de los asientos edilicios. Pese a la pérdida de gobernaciones, el oficialismo mantuvo la mayoría del voto popular, alrededor de un 52%, comparado con el 43% de la oposición. En cifras generales, votó 1.5 millones más de personas el 23 de noviembre, en comparación con el referendo de 2007. De esos votos, 1.4 millones de personas se sumaron a la votación oficialista. Estos porcentajes de apoyo impulsaron al Ejecutivo a intentar inmediatamente un nuevo referendo para asegurar la posible reelección del presidente Chávez en 2012. Se anuncia que el nuevo acto eleccionario podría concretarse en el primer trimestre de 2009. Los estudiantes universitarios anti-chavistas ya se organizaron para liderar una nueva ofensiva contra la reelección, mientras el gobierno aprovechará la infraestructura política del PSUV para movilizar a todos sus partidarios.
Un 2008 de cambios aún no termina. Bolivia (referendo de enero), Venezuela (posible referendo en febrero o marzo) y Ecuador (nuevas elecciones generales en abril) ya invitan a un álgido 2009…