CHILE: El país de lo imposible y lo trágico

Publicado originalmente en el Diario La Opinión de California, el 10 de enero de 2001


Patricio Zamorano Martínez

El domingo se dieron a conocer los resultados de la Mesa de Diálogo sobre derechos humanos, que reunió a militares e iglesias para averiguar el destino de cientos de desaparecidos. Las Fuerzas Armadas, borrando con el codo lo que habían escrito con la mano, reconocieron su responsabilidad dando información sobre cerca de 200 casos. La crueldad no tuvo límites: el informe constata que muchos cuerpos jamás serán encontrados, pues fueron arrojados al mar, a las montañas, a los ríos…

Chile es el país de lo imposible y lo trágico, donde la teoría social se desbarata. Nada es como debiera ser, según los académicos. Fue uno de los primeros países en el mundo donde el socialismo marxista llegó al poder mediante las reglas de la democracia; el único donde el golpe de Estado no se llama “golpe”, sino pronunciamiento militar; el único donde el ex dictador entregó el poder luego de medirse en un plebiscito popular; el único donde ese ex dictador mantuvo incólume su poder militar, al mando de las Fuerzas Armadas; el único donde logra concretar un paso más del tramado constitucional creado por sus asesores y ser nombrado senador vitalicio; el único donde se lleva adelante una acusación constitucional contra el ex dictador, ya estando en el Parlamento, y ésta es rechazada por un partido –la Democracia Cristiana– de una alianza de centro izquierda, logrando neutralizarla; el único donde se comprueba que un sector de este mismo partido conspiró a favor del golpe de Estado, y luego colaboró con la dictadura, y recibió dineros de la CIA.

Luego, un dirigente de esa misma colectividad política, Patricio Aylwin –a quien se sindica, además, como uno de los responsables de la falta de acuerdo político en 1973 para evitar el golpe–, es apoyado por la población como presidente y recibe la banda presidencial de manos del dictador; Chile es el único país donde una alianza de centro izquierda hizo todo lo posible para que el ex dictador de derecha arrestado en Londres no fuera extraditado a España para ser juzgado por crímenes de lesa humanidad…

En mi país usted puede escuchar el llanto fantasmal de miles de desaparecidos y muertos en las calles por patrullas militares, arrojados al río Mapocho que cruza Santiago; escuchar relatos escalofriantes sobre soldados que fueron obligados a asesinar a parientes sorprendidos en la vía pública después del toque de queda; ir a hablar con sobrevivientes únicos de familias completas… Pero aún así escuchará a otros miles vanagloriarse de ese festín de sangre.

Llegan los resultados del intervencionismo estadounidense de esos años, se desclasifican documentos secretos, y el gobierno socialista sólo atina a dar una tibia protesta, también secreta, y asumirlo como parte de la historia. El presidente Ricardo Lagos, un socialista, recibe en La Moneda a uno de los altos militares que renunció al Ejército luego que la justicia lo sindicara como responsable de violaciones a los derechos humanos.

Ahora Pinochet, contraviniendo lo que siempre ha pedido, es decir, exámenes médicos para evaluar si puede enfrentar el proceso por las 200 querellas en su contra, decide no asistir a la cita judicial, forzando, entonces, a que el juez Juan Guzmán deba interrogarlo inmediatamente. Pero Pinochet ya dio señales de que tampoco acudirá, llevando así a una crisis institucional de proporciones, pues el juez estará obligado a declararlo en rebeldía y, por tanto, ordenar su arresto inmediato.

Pinochet está forzando a que su caso sea resuelto políticamente, y no legalmente. Uno de los abogados de las víctimas de la represión ha matizado el asunto señalando que el ex dictador desea esconderse “bajo las faldas” de las Fuerzas Armadas.

Nunca la justicia se había demorado tanto en arrestar a alguien con tantas querellas en su contra, ni dado tantas garantías a un sospechoso. Nunca en un país tan pequeño, al fin del mundo, insular por estar rodeado de cordillera, desierto, hielo y mar, las fuerzas de la naturaleza habían desafiado tanto a las fuerzas sociales: la verdad, la justicia, la compasión, el arrepentimiento…

Patricio Zamorano Martínez es periodista, radicado en Los Angeles.