COLUMNA: América Latina y la CELAC (o Cuba y el nuevo liderazgo continental)

Publicado originalmente en La Nación, Santiago de Chile, el 30 de enero de 2013.


Patricio Zamorano, desde Washington DC

“Lo felicito, y va a contar con todo el apoyo total y absoluto de todos los que estamos aquí”. Cordialísimas palabras del presidente de Chile, el empresario de derecha Sebastián Piñera, expresadas mientras daba la mano a Raúl Castro, traspasándole la presidencia pro-tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. “¡Y nos veremos el próximo año en La Habana!”, remató Piñera con alegría en sus últimas palabras a los presidentes del hemisferio. El presidente colombiano Juan Manuel Santos señaló por Twitter que “en cuanto a la I Cumbre CELAC, América Latina y el Caribe salen fortalecidos y unidos. La presidencia de Cuba en CELAC es significativo”.

FotoPineraRaulCastro5No hay ironía en este primer párrafo. Lo que pasó en la cumbre de la CELAC este fin de semana marca un cambio profundo en el balance de alianzas en América Latina. No solo la primera cumbre de la CELAC sirvió como marco de varios temas de interés regional, que no se diferencian gran cosa de los mandatos que cada cumbre produce y que pocas veces logran desarrollarse en el corto o mediano plazo. En cambio, la gran ausencia de Estados Unidos es sin duda EL tema de esta CELAC, que por antonomasia es, a su vez, el gran empuje integracional de los países latinoamericanos. Aumentó más el vacío de la presencia del hermano mayor del norte, la participación de los líderes de la Unión Europea, que se dieron cita en Santiago al mismo tiempo en una cumbre Sur-Norte que no invitó a los vecinos continentales más allá del Río Bravo, Canádá y Estados Unidos.

Pero el tema va más allá de eso. Mientras en los pasillos del poder en Washington aún se venera con porfía y con un gusto extemporáneo y ya casi excéntrico el embargo a Cuba que ya cumple cinco décadas, el presidente Raúl Castro recibía el apoyo de Piñera y Santos (grandes aliados de Estados Unidos), abría su discurso honrando a Salvador Allende, y recordaba con risas del presidente de México Enrique Peña Nieto las anécdotas de los orígenes de la Revolución Cubana en tierras mexicanas. “¡Y nos veremos el próximo año en La Habana!”, dijo Piñera cerrando la Cumbre de la CELAC 2013. Una frase tan coloquial en América Latina, tan llena de olores a Caribe y caña de azúcar, implica un debilitamiento importante de las posiciones más radicales en Estados Unidos contra la integración de Cuba en la comunidad internacional.FotoPineraRaulCastro4

Y cómo reaccionará Estados Unidos…

La isla aparece aún en muchos de los medios de comunicación de Estados Unidos, y en el imaginario de quienes rechazan a Fidel y sus barbudos, como un paria al que hay que repudiar y aislar a toda costa. Existe quizás la percepción de que el resto del planeta comparte esa visión. ¿Cómo reaccionarán los senadores anti-castristas del Congreso de EU cuando vean a Piñera entregando en medio de parabienes, en un mano a mano enérgico, la presidencia de la CELAC al propio Raúl Castro? ¿Cuál es el análisis del presidente Obama? Por un retraso de unos pocos años, no fue el propio Fidel quien asumió el cargo. ¿Podemos imaginarnos, entonces, una imposible reunión protocolar entre CELAC y, por ejemplo, una delegación oficial del Departamento de Estado siendo recibidos por Raúl Castro, representando un mandato continental de 33 países?

Seguramente Estados Unidos, si llega a ser invitado como país acompañante a la CELAC, desistirá de reconocer el liderazgo de Cuba hasta la próxima presidencia en 2014. Ya tuvo que ceder Estados Unidos y concordar con el fin de la suspensión que pesaba sobre Cuba desde 1962 en la OEA, medida votada con ovación en la Asamblea General de San Pedro Sula, Honduras, en 2009, en donde tuve la oportunidad de asistir. Estados Unidos tuvo que ceder, después de un breve paso por el piso de discusiones de Hillary Clinton, y su oposición inicial contra la medida, que no logró romper la presión del ALBA y otros países. Ahora, sin ser parte integral de la OEA a la que no respondió la invitación a unírsele, Cuba preside en cambio a todos los países desde México a Tierra del Fuego.

La porfía del embargo

El embargo contra Cuba es una política fracasada profundamente, y rechazada año a año por la legislación de Naciones Unidas y la casi totalidad de sus países miembros (en la última votación, 188 países condenaron el embargo, con 3 votos en contra, Estados Unidos, Israel y Palau, más dos abstenciones). El embargo buscó por cinco décadas un cambio de régimen en la isla, empujar a la población, privada de productos y recursos para vivir, a expulsar a los barbudos de la Sierra Maestra para entregarle el poder a otros, idealmente afines a los intereses estadounidenses. En eso, el embargo ha fallado rotundamente. Es, sin duda, el resabio más añejo aún existente de la llamada Guerra Fría, aún mucho después de la apertura de relaciones de Estados Unidos con Vietnam (que ha matado a más estadounidenses que la isla de Cuba), la apertura y simbiosis financiera con la China comunista, con el abrazo de Reagan a la antes repudiada ex Unión Soviética. Pese a la retórica militarista, los estadounidenses pueden viajar libremente a Corea del Norte y a Irán. Pero no a Cuba. El embargo, en ese sentido, produce un efecto profundamente arbitrario y anticonstitucional: el gobierno de Estados Unidos prohíbe a sus ciudadanos ejercer su libertad de tránsito.

Que no se sorprenda la opinión pública cuando el nuevo Secretario de Estado, John Kerry, comience a defender a la OEA y su rol en las Américas. Con la existencia de UNASUR, y ahora la CELAC, y el ALBA, y antes el Grupo de Río, la influencia de la OEA se va diluyendo. La despreciada OEA (en reuniones privadas los republicanos la catalogaban hace un par de años de “irrelevante”, en una curiosa coincidencia con Hugo Chávez), se transformará en el único foro de naciones en las Américas donde Estados Unidos tenga voz y voto. Desde una posición de amenaza de recorte de su cuota de fondos (la mayor parte del presupuesto de la OEA), Estados Unidos podría derivar a una estrategia contraria de relanzamiento del organismo. O bien conformarse con ser la voz poderosa en Naciones Unidas, u optar por potenciar relaciones sub-regionales en América Latina con los “gobiernos amigos”.

Buscando las razones

Piñera acoge de brazos abiertos al presidente cubano en un contexto donde Estados Unidos ha ido dando señales crónicas de debilitamiento económico en estos últimos años. Esta situación ha derivado también hacia un debilitamiento político. Además, no hay duda que las invasiones de Irak y Afganistán organizadas por George Bush han absorbido la política exterior, conflictos al que se suma la situación palestino-israelí. Asimismo, muchos países de América Latina han cancelado sus deudas con el Banco Mundial y con el FMI, prefiriendo otras vías extra-estadounidenses para sus operaciones de deuda. En ese sentido, las herramientas de presión han disminuido en varios planos.

En lo que era la norma para los países latinoamericanos, sometidos históricamente al vaivén del crédito internacional, ahora es Estados Unidos a quien se le ha rebajado su calificación por primera vez en su historia. Su situación fiscal es delicada, y los países de América Latina, también por primera vez en su historia, fueron capaces de aislar en parte el efecto recesivo de la economía norteamericana en sus propios sistemas financieros. La Unión Europea, por su parte, está intentando contener su debacle financiero minuto a minuto.

Por ello, los ojos de América Latina están puestos ahora en la búsqueda de la diversidad político-económica, ampliar el portafolio de riesgo al máximo posible. Esto, en una región que pasó la última recesión económica con excelentes resultados en comparación al mundo desarrollado, con cuentas fiscales estables, superávits, fondos estructurales de ahorro, y con un impacto menor en desempleo (Piñera saludó, al borde de la arrogancia continental, al representante de la antigua madre patria, el presidente del gobierno español Mariano Rajoy, con la frase “bienvenido a Chile, bienvenido al hemisferio sur, bienvenido al verano, bienvenido a un mundo mejor”, en alusión a la grave situación de empleo y financiera de España).

El futuro ahora es el “Asia Pacífico”, el mercado Sur-Sur con las economías emergentes del nuevo milenio, con Brasil ahora convirtiéndose en un prestamista de fondos para el desarrollo de los países más pobres, con precios de las materias primas alcanzando incrementos históricos.

Además, el simbolismo estadounidense está desgastado. México está cansado de las miles de armas de asalto que permean la frontera desde Estados Unidos cada día azuzando una violencia que supera a la ficción; Brasil está cansado de las restricciones a su etanol en la potencia del norte; Argentina está cansado de los FMIs y bancos mundiales, y de la falta de presión estadounidense en solidaridad americana contra sus aliados británicos para que reconozcan finalmente la soberanía argentina sobre las Malvinas; Colombia está cansada del estadounidense Plan Colombia, prefiriendo después de cientos de millones de dólares y una violencia descontrolada, optar por un nuevo intento de paz con las FARC; Bolivia está cansada de que se criminalice a todo el universo de la hoja de coca y tener que aceptar presiones de toda índole para que sus textiles entren con preferencias arancelarias al país del norte; Venezuela, bueno, Venezuela ya se cansó hace bastante tiempo, liderando la rebelión de los hermanos menores, en sentimiento mutuo de animosidad y con ausencia completa de embajadores en Caracas y Washington hace ya un par de años; Panamá ya es dueño de su canal, cansado por años de no ejercer soberanía; El Salvador, ya se cansa de esperar cuotas de inmigración más allá del TPS y cansado de la incertidumbre para miles de familias; toda el área andina doblegada ante el reino de la cocaína (Perú, Bolivia, Colombia), está cansada del efecto del mercado de consumo de drogas ilegales más grande del mundo, allá lejos, entre el Pacífico norte y el Atlántico…

No hay duda: América Latina ha ampliado su mirada hacia otros focos de desarrollo: China se esfuerza por inyectar inversiones, Rusia quiere reemplazar el monopolio de venta de armas de Estados Unidos, y así la lista sigue.

La revolución dentro de la revolución

Muchos estadounidenses, especialmente republicanos y dirigentes del Partido Demócratas anti-castristas no entenderán, si se llegan a enterar, de por qué los presidentes de América Latina le entregan el turno de la presidencia de CELAC a Cuba. Será difícil para ellos, muchos criados en el fantasma de la crisis de los misiles en los 60, entender que Cuba no es una amenaza para nadie en lo absoluto, aunque quizás sí en el terreno de las ideas, de un modelo totalmente distinto de contrato entre el Estado y el ciudadano. Muy al contrario, Cuba está avanzando, en reformas que son, en sí mismas, otra sub-revolución. Cuba acaba de eliminar las restricciones de viaje de sus ciudadanos (excepto en ciertos casos especiales, como los atletas y otros cargos relacionados con la seguridad del Estado; no, los médicos no están incluidos y pueden viajar libremente). Está implementando un sistema de impuestos, abrió la compra y venta de casas, eliminó los subsidios generales de alimentos, está entregando miles de licencias para pequeñas empresas, está eliminando miles de puestos de trabajo del aparato estatal.

Y el embargo ha sido, curiosa ironía, extremadamente útil para este proceso de reformas. Si los republicanos y los demócratas anti-castristas hicieran uso de una mínima capacidad de realismo político, hubieran debido eliminar el embargo ya hace una década. Una oleada de 100 mil estadounidenses visitando Cuba cada mes hubiera sido la mejor arma de influencia política de EU al interior de la isla, y el control de reformas como las que se están realizando hubieran sido de extrema dificultad, por lo menos en cuanto a dominar de mejor forma su impacto y diseminación. El embargo de los grupos anti-castristas ha servido, en cambio, para aislar eficientemente a Cuba de la influencia estadounidenses en esta profunda época de cambios.

Es cierto que no es un sistema multipartidista, y que no reproduce el estándar de democracia representativa del imaginario occidental. Pero, ¿quién representa al estándar democrático? ¿Chile y su sistema binominal creado por el dictador Pinochet, que impide la representación proporcional de los partidos pequeños en el Congreso? ¿O Colombia y su atomización increíble de partidos que debilita enormemente la certidumbre legislativa? ¿O Estados Unidos y su sistema cerrado de dos partidos que convierte a la democracia en un vaivén bipolar de opciones “A” y “B” sin escapatoria posible?  ¿O Bolivia donde un presidente podía ser elegido por poco más de un 20% de los votos, hasta que Evo Morales y su 54% cambió la historia? ¿O Venezuela, o Argentina? ¿Quién?

Muy a pesar de los valores democráticos que esgrime Estados Unidos para aislar a Cuba, lo cierto es que el amplio rango de presidentes, desde Piñera, Santos y Martinelli, hasta Chávez, Morales y Fernández, aunque tengan críticas, respetan la institucionalidad política cubana. Y ese quizás es la principal derrota para la política aislacionista que pretende cultivar el embargo.

Cuba, una más, o más que eso

Para América Latina y el planeta, Cuba es uno más de la familia, aunque claro, representa para muchos una revolución política idealizada que muchas sociedades buscaron y que fracasaron intentándolo. Cuba es, sin duda, un símbolo positivo para millones de latinoamericanos, de la misma forma que es un símbolo negativo para millones de estadounidenses. Una gran contradicción de visiones en el mismo hemisferio occidental. Pero un 60% de los estadounidenses desearían que se eliminaran las restricciones de viaje a la isla y que se reanudaran relaciones diplomáticas, y más del 50% rechaza el embargo. Las nuevas generaciones descendientes de los cubano-estadounidenses que huyeron de la Revolución  van concordando poco a poco con esta visión.

La actual posición de liderazgo de Cuba es, sin duda, un reto de la comunidad latinoamericana al liderazgo de Estados Unidos, o más allá de eso, una muestra de autonomía que nunca se había dado en la historia de las relaciones entre América Latina  y el país del norte. Cuba, lejos de ser neutralizada por el embargo, está prestando su territorio como garante de las negociaciones de paz entre el gobierno de Colombia y las FARC. El presidente Chávez se encuentra bajo tratamiento médico en la isla, y el turismo entre Europa, el resto de las Américas y la isla florece.

Estados Unidos tiene una larga lista de desafíos si quiere recuperar parte de la influencia que una vez tuvo. Sólo Estados Unidos, aislado, mantiene su aislamiento a Cuba. Mientras tanto, el resto del planeta hace planes para reunirse y hablar de la integración latinoamericana…

En La Habana.