Obama: el continente espera

Publicado originalmente en noviembre de 2008 en Revista Mensaje, Chile


Los retos de la agenda América Latina-Estados Unidos para el nuevo presidente electo

Patricio Zamorano

La emoción que se vivió en varios países de América Latina, en las calles y en los palacios presidenciales, luego del triunfo de Barack Obama, sin duda es un cambio de folio enorme para las relaciones con Estados Unidos. Las felicitaciones enviadas por el presidente Evo Morales, de Bolivia, Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, y Hugo Chávez, de Venezuela, entre muchos otros, son en sí un hecho político de gran importancia no sólo simbólica sino concreta: EU, su gobierno, sus instituciones financieras, sus servicios de inteligencia, han sido identificados por muchos de los países como factores de desestabilización, amenazas contra la soberanía nacional y enemigos ideológicos. La Venezuela de Chávez y la Bolivia de Morales recibieron con especial algarabía a otro outsider, Barack Obama,pese a que éste emana de la clase política de EU, la misma identificada hasta ahora por esos gobiernos como el “enemigo imperialista”. Pero llegó al poder un afroamericano, hijo de keniano y blanca de Kansas, que arribó desde la periferia simbólica y concreta (una crianza infantil matizada entre Hawai e Indonesia), que tuvo que enfrentarse a la realidad de ser uno de los pocos afroamericanos en el Senado y, en general, de ser afroamericano en EU. Esto, con toda la carga racial de oportunidades truncadas por generaciones en una sociedad aún segregada.

Morales y Chávez se vieron en el espejo de la historia este pasado 4 de noviembre: Chávez llegó a la Presidencia literalmente desde la cárcel, tras ser indultado por el presidente Rafael Caldera, luego de haber participado en un intento de golpe contra Carlos Andrés Pérez en el primer tercio de los noventa. Unos pocos años después, el vacío institucional y de legitimidad política del acuerdo de Punto Fijo de los sesenta catapultó al chavismo a ganar ampliamente en las urnas. Morales, un representante de la mayoritaria cultura indígena boliviana, marcada por la discriminación, llegó al poder con el porcentaje más alto de apoyo electoral en muchas décadas, en un viaje pocas veces visto, desde el trabajo sindical en las zonas cocaleras energizadas por sus orígenes de dirigente deportivo. Lula también tiene sus orígenes en el trabajo sindical, lejos de las elites militares, políticas e intelectuales que habían gobernado Brasil por muchos años. Chile eligió a la primera mujer presidente de Sudamérica, Tabaré Vázquez rompió décadas de hegemonía del Partido Blanco y del Partido Colorado en Uruguay, y más recientemente, el ex obispo Fernando Lugo venció más de 60 años de poder del Partido Colorado. En Ecuador, Rafael Correa rompe con la llamada partidocracia, poniendo fin a una increíble sucesión de presidentes, regímenes y atomización política que duró más de una década.

Es claramente una nueva ola de liderazgos, un cambio de perspectiva, con concepto distinto de valores democráticos, con mayor movilización, llamado político y electoral a las clases empobrecidas, mayor participación ciudadana y, al mismo tiempo, mayor regulación del Estado luego de las crisis neoliberales de los noventa, y protección estratégica de los recursos naturales a manos del Estado.

Es en este contexto en que emerge Barack Obama. El desastre de las desregulaciones y ola de privatizaciones de los noventa, que ayudaron a provocar muchas crisis financieras y cese de los pagos de deuda externa en varios países latinoamericanos, creó un efecto de reflujo que puede ser apreciado en el nuevo mapa político del poder en el área, más estatista, más moderada en los procesos de liberalización. La opción presidencial de Obama también es catapultada luego de la desastrosa desregulación bancaria y del mercado del crédito comenzada a fines de los noventa en EU y profundizada por la Administración republicana en los últimos ocho años. Una primera mujer presidenta, un primer presidente indígena, un presidente ex dirigente sindical, un ex obispo, un ex militar venezolano. Y ahora, el primer presidente afroamericano. ¿La novedad histórica? Por primera vez, el gran cambio vino del Sur…

Cómo recibe América Latina a Obama…

¿Qué continente recibe a la nueva presidencia estadounidense, marcada ya por las expectativas de todo un planeta de ver un cambio concreto alejado del EU de los últimos ocho años? El mundo espera, por cierto, una respuesta centrada en la crisis económica, en la guerra en Afganistán e Irak, en el manejo del déficit interno. También espera a un presidente que crea en el multilateralismo, que honre sus compromisos ante Naciones Unidas, que no invada sin autorización de la comunidad internacional y no antes de agotar todos los canales diplomáticos posibles. Espera a un presidente que firme todos los tratados internacionales beneficiosos para la paz y el medio ambiente, como el de Kyoto y el del Tribunal Penal Internacional, que crea en la extraterritorialidad de los crímenes de lesa humanidad, que cierre Guantánamo y prohíba definitivamente el uso de la tortura. Espera que ponga fin al embargo contra Cuba, tras el voto casi unánime de todos los países del orbe en la última reunión sobre el tema en Naciones Unidas. Una agenda ya compleja. Entonces, ¿qué papel tendrá América Latina en este ya complejo escenario geopolítico? A continuación algunos de los temas pendientes en Sudamérica:

Brasil

El presidente George W. Bush incluyó Brasil en su única gira continental al área, viaje que habla de la real prioridad que para los republicanos en guerra contra Irak tuvo América Latina por casi una década. Brasil y su fuerte política energética era cita obligada del presidente Bush, especialmente en torno al etanol, pues el país sudamericano está a la cabeza mundial en producción del biodiesel. Ambos países controlan la mayor parte de la producción de etanol del planeta, Brasil aprovechando la caña de azúcar y EU el maíz, siendo el etanol brasileño más barato que el estadounidense. El acceso masivo del etanol del país sudamericano al mercado de EU dependerá de la voluntad del país del norte de aliviar las restricciones arancelarias.

La presión por decrecer la dependencia del petróleo irá aumentando el uso de etanol agregado a los combustibles. La Administración de Bush planeaba llegar a consumir combustibles mezclados con un 20% de etanol de acá a 10 años. Brasil está interesado en utilizar la fuerte capacidad de inversión de EU para expandir exponencialmente sus refinerías, aprovechando millones de hectáreas potencialmente disponibles para la caña de azúcar.

No solo el etanol está dentro de la ecuación Brasil-EU. El gobierno brasileño es uno de los pocos del área que mantiene excelentes relaciones tanto con la saliente Administración Bush como con el presidente Hugo Chávez. Bush, al incluir Brasil en su única gira, buscó también reforzar la alianza contra el avance bolivariano, incluyendo a los moderados Lula y Tabaré Vázquez, y por supuesto a sus aliados naturales, la Colombia de Álvaro Uribe, México y Guatemala. La futura Administración Obama deberá continuar con estas negociaciones y profundizar la alianza con este socio estratégico del área. El presidente Lula ya expresó sus altas expectativas sobre el posible nuevo espíritu de cooperación.

Ecuador

El ataque de fuerzas militares colombianas al campamento de las FARC en suelo ecuatoriana a dos kilómetros del Río Putumayo tensó al máximo las relaciones diplomáticas tanto con Colombia como con EU. El gobierno de Ecuador ha expresado sus sospechas de que EU colaboró materialmente en el ataque, que fue denunciado por la OEA como una violación inaceptable de la soberanía de otra nación. El presidente Correa anunció, además, que no renovará el convenio militar con EU para el uso de la base de Manta, en teoría creado para colaborar en la lucha contra el narcotráfico. Asimismo, se encuentran en pleno desarrollo las investigaciones para averiguar si agentes de la CIA influyeron en el Ejército ecuatoriano para facilitar el ataque colombiano al campamento de alias Raúl Reyes. Las tensiones se mantienen, mientras las relaciones diplomáticas con Colombia permanecen congeladas.

Bolivia

Las tensiones con Bolivia son evidentes, y en múltiples áreas, con las relaciones diplomáticas prácticamente rotas luego de la expulsión mutua de embajadores en septiembre pasado. El presidente Morales expulsó al embajador Philip Goldberg acusándolo de operar en contra del gobierno, provocando una medida similar en contra del embajador boliviano Gustavo Guzmán.

En general, la falta de diálogo en el área de la lucha contra las drogas ilegales marca casi toda la agenda bilateral. El presidente Morales acaba de expulsar a la DEA del país, acusándola también de colaborar con supuestos esfuerzos desestabilizadores de la oposición. Asimismo, anunció recientemente la prohibición para la presencia de agentes de la CIA en el país. Para su gobierno, la Administración Bush ha significado una permanente amenaza de desestabilización y operaciones encubiertas, que alcanzó incluso a la agencia de ayuda USAID, que fue expulsada de la zona cocalera del Chapare, la cuna política del presidente Morales. Las consecuencias para Bolivia del alejamiento político con EU son concretos: arriesga perder las preferencias arancelarias del Andean Trade Promotion and Drug Eradication Act, ATPDEA, que beneficia a los países en función de su cooperación en la lucha contra el narcotráfico. En el caso de Morales, su agenda política incluye el respeto a la cultivación tradicional de coca, y pese a que plantea limitar la cantidad de plantaciones legales en 20 mil hectáreas, esto implica el doble de las expectativas del gobierno de Bush. De perder los beneficios de la ATPDEA, el impacto afectará especialmente a la industria textil boliviana, que recibe beneficios del orden de los 300 millones de dólares al año.

Colombia

Colombia es quizás el país que será más golpeado por el cambio de mando en la presidencia de EU. El aliado más cercano a Bush en Sudamérica, fue beneficiado extensamente con la mayoría de los miles de millones de dólares enviados al área, que buscan financiar el Plan Colombia. Este plan ha sido fundamental en la implementación de la política de Seguridad Democrática impulsada por el presidente Alvaro Uribe, que se ha mostrado exitosa en aumentar el control estatal en territorios que hace pocos años estaban a merced de paramilitares y guerrilleros de las FARC.

Con la elección de Obama parecen sepultarse dos temas de la más alta importancia para la Administración Uribe: la continuación del financiamiento del Plan Colombia, por lo menos al nivel y ritmo que se ha mantenido hasta ahora. El segundo, la difícil aprobación del Tratado de Libre Comercio, que Bush y Uribe apoyaron con todas sus energías y que fue congelado en la Cámara de Representantes debido a la oposición del Partido Demócrata. Obama concuerda con el análisis y lo dijo en uno de los debates con John McCain: Colombia debe dar garantías de respeto a los derechos humanos, especialmente tras la ola de asesinatos de dirigentes sindicales. También causan preocupación las relaciones entre el Ejecutivo y las Fuerzas Armadas con paramilitares. Sin esas garantías, el TLC no se aprobará. La insistencia de Bush para aprobar el tratado fue reforzada con la gira de McCain a Colombia durante la campaña presidencial. Comunicacionalmente expresó el mismo mensaje de Bush, que trasciende el tema de aranceles y tarifas de exportación: la necesidad de apoyar a aliados frente al foco de influencia de Venezuela en la región.

Venezuela

El gobierno del presidente Hugo Chávez es quizás uno de los que se mantiene más a la expectativa del futuro inmediato en las relaciones con la potencia del norte. Es, sin duda, el opositor más fuerte a la agenda de Bush en el área continental, sólo equivalente al sandinismo de Daniel Ortega en Nicaragua y la Bolivia de Morales. El primer contacto comunicacional una vez que Obama esté en el poder marcará la tónica general: o se abren los espacios para por lo menos iniciar conversaciones que encuentren un plan común y de respeto a un nivel mínimo de diálogo, o se reproduce la confrontación directa que caracterizó la última década. Ya Obama criticó durante la campaña al presidente Chávez calificándolo de demagogo aunque sin cerrar la posibilidad de conversar sin condiciones. Chávez celebró el triunfo del primer afroamericano presidente, y el canciller Nicolás Maduro expresó que la elección de Obama es una oportunidad histórica para mejorar las relaciones internacionales. Chávez exige, básicamente, mantener un diálogo fluido y horizontal, sobre la base del respeto mutuo a la soberanía y a la autonomía política. Hay mucho en juego. Venezuela exporta a EU un 70% de su producción petrolera, lo que equivale a un 10% de las importaciones del país norteamericano. El intercambio comercial entre ambos países se ha multiplicado impresionantemente, desde los 19 mil millones de dólares en 2003 a los actuales 50 mil millones de dólares, según la Cámara Venezolano Americana de Comercio e Industria.

El interés de recomponer relaciones de la futura Administración Obama no es sólo en el plano simbólico. La amenaza que Chávez percibe en EU hizo que se recreara una ecuación de guerra fría invitando a Rusia a ejercer su influencia para contrarrestar el anuncio del envío de la llamada IV flota militar a recorrer el continente. La flota marina rusa hará lo mismo en el Caribe.

El futuro de las relaciones Venezuela-EU es una pregunta abierta. La misma incertidumbre acompañará los primeros días de la nueva presidencia de Obama con el resto de las naciones latinoamericanas. Será un interesante encuentro de una nueva camada de líderes.