[Reportaje] Charlottesville: un pueblito en el centro del odio racial en EE.UU. (La Tercera)

Publicado originalmente en el diario La Tercera de Chile, el 20 de agosto de 2017


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Miles de estudiantes de la Universidad de Virginia en Charlottesville se manifestaron en el llamado “The Lawn”, en recuerdo a Heather Heyer, en el mismo lugar donde pocos días antes supremacistas blancos se presentaron con antorchas y gritos contra la comunidad judía. 16 de agosto de 2017. (Crédito foto: Patricio Zamorano)


Por Patricio Zamorano, desde Charlottesville, Virginia

Director Ejecutivo de InfoAmericas.info

La calle Cuarta del centro histórico del bellísimo Charlottesville se sumerge sorpresivamente en silencio, a solo pasos del paseo peatonal central de un pueblo que es una rareza definida por el progresismo en un estado conservador, el de Virginia, donde los recuerdos de la derrota en la guerra civil de Estados Unidos en el siglo XIX increíblemente aún están frescos.

Al doblar la esquina desde la peatonal East Main Street, hacia la callecita empinada que baja hacia las líneas férreas, sin árboles, flanqueada por muros planos que impiden cualquier escapatoria, golpean fuertes las imágenes concretas en video, y la imaginación en vivo y en directo, de ese sábado 12 de agosto cuando James Fields, de 20 años, dirigió su auto Dodge Challenger contra una multitud de manifestantes pacíficos que se oponían a la llegada al pueblo de cientos de supremacistas blancos y admiradores de Adolf Hitler. El atropello, que lanzó por los aires e hirió a 19 personas, cobró la vida de la joven de 32 años Heather Heyer, técnica en derecho.  La comunidad ha llenado el sitio exacto en que Heather Heyer murió con flores, osos de peluche y mensajes de solidaridad y contra el odio racial. La calle permanece en silencio, todo el mundo susurra.

Junto con el aliento de Heather Heyer, el joven nazi Field extinguió también una frontera moral que ha impactado enormemente a la sociedad de Estados Unidos en una semana afiebrada: el rol del Presidente ante una de las tragedias más graves de la tensión racial de las últimas décadas. Lo que ha impactado a la sociedad de este país, en todo el espectro político, desde la derecha republicana a la centro-izquierda demócrata, al empresariado y a la clase política, a los artistas y a las iglesias del país, es la posición, primero ambigua y luego totalmente abierta de Donald Trump, de relatividad moral al no responsabilizar de forma clara e inequívoca a los grupos neonazis, supremacistas blancos y de extrema derecha que protagonizaron los actos graves de violencia en Charlottesville.

La cronología de hechos: los tres momentos clave del “mundo Trump”

Lo que ha causado impacto en la sociedad de EE.UU. es lo que se ha denominado “relativismo moral” emanado desde la Presidencia. Ha surgido de la montaña rusa de declaraciones contradictorias que ha ejercido Trump, primordialmente no acogiendo de forma integral en su discurso el asesinato de la figura de la joven Heather Heyer en el contexto de odio racial, anti-semita y neo-nazista en que se produce. Trump no asistió por ejemplo a la multitudinaria ceremonia organizada en memoria de la profesional, realizada el miércoles 16 de agosto en el Teatro Paramount, a solo metros de la calle donde fue embestida por el auto de James Fields.

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Imagen de Heather Heyer, en el memorial creado en el lugar de su atropello (Crédito foto: Patricio Zamorano)

Viernes

Todo comenzó el viernes 11 de agosto, cuando un numeroso grupo de supremacistas blancos, organizaciones simpatizantes del nazismo y activistas anti-semitas se reunieron en el histórico campus de la Universidad de Virginia, en dos áreas principales: el llamado “The Lawn”, una explanada amplia rodeada de edificios históricos, y en la llamada “Rotunda”, frente a una estatua de Jefferson, en uno de los frontis universitarios.

En teoría, los grupos neo-nazis se habían organizado para protestar contra la remoción de una enorme estatua dedicada al general Robert Lee, quien luchó contra el gobierno federal a favor del sur esclavista, durante la Guerra Civil (1861-1865). La figura de bronce está ubicada a pasos del centro histórico de Charlottesville. La eliminación de ese monumento se enmarca dentro de una oleada de revisionismo antirracista, amplificada por la elección de Trump, donde se identifican esos símbolos como una fuente permanente de conflicto e idealización de las políticas pro-esclavistas de quienes finalmente perdieron la guerra. Cientos de alcaldías y gobernaciones están actualmente debatiendo el destino de esas estatuas, proceso que se ha intensificado exponencialmente ante los hechos de sangre en Charlottesville.

Los grupos neo-nazis llegaron al campus con antorchas en sus manos y gritando consignas contra los judíos (“¡los judíos no nos reemplazarán!”), incluyendo el grito “¡sangre y tierra!”, el histórico eslogan nazi de supremacía racial. Consultada por La Tercera sobre las razones por las que creía que la universidad había autorizado la manifestación, una vecina de Charlottesville explicó que al parecer un estudiante había solicitado espacio para una reunión “de una veintena de personas”, lo que no era por cierto efectivo. Tanto la policía de Charlottesville como la gobernación de Virginia han confirmado que la gran mayoría de manifestantes no eran residentes de la ciudad, y tras los graves hechos de violencia del sábado las autoridades los exhortaron a abandonar la zona inmediatamente.

Sábado

El sábado 12 de agosto, cuando ya se conocía el atropello intencional de Fields que muchos sectores consideran un caso de terrorismo, Trump evitó identificar a los grupos supremacistas blancos y nazistas como responsables de la violencia, optando por distribuir la responsabilidad entre esos grupos y los habitantes de Charlottesville, en su mayoría estudiantes y profesionales jóvenes, que habían organizado manifestaciones pacíficas contra los recién llegados. “Condenamos en los términos más fuertes esta indignante despliegue de odio, intolerancia y violencia de todos los sectores”, dijo Trump. Tras una pausa, reiteró la frase “de todos los sectores” desde Bedminster, su lugar de vacaciones en New Jersey, las que no ha cancelado.

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Manifestación en recuerdo de Heather Heyer, en la Universidad de Virginia, 16 de agosto de 2017. (Crédito foto: Patricio Zamorano)

Ese sábado, tardó más de 6 horas en reaccionar a la muerte de Heather Heyer, enviando por Twitter su solidaridad y nuevamente no identificando a los grupos supremacistas blancos responsables de su muerte. “Condolencias a la familia de la joven muerta hoy, y los mejores deseos a todos los heridos en Charlottesville, Virginia. ¡Muy triste!”.

La frase “de todos los sectores”, donde parecía igualar a víctimas y victimarios, comenzó la fuerte crisis comunicacional de esta semana.

Domingo

Hasta ese punto, una infinidad de actores políticos y de la sociedad civil venían criticando fuertemente la reacción inicial de Trump, que parecía no querer individualizar a los grupos de odio racial que habían llegado a Charlottesville. La situación comunicacional de la Casa Blanca continuó empeorando el domingo, tras 24 horas más de silencio de Trump, mientras los medios de comunicación comenzaron a difundir videos y fotografías de la jornada de violencia, y donde se profundizó la narrativa sobre el hecho de que la presencia de los grupos de derecha iba más allá de la defensa de la estatua del general Robert Lee, pues tenían un fuerte componente nazi y anti-semita.

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Sitio del memorial a Heather Heyer, calle 4 y Water, en Charlottesville. (Crédito foto: Patricio Zamorano)

Destacados líderes del Partido Republicano criticaron fuertemente la ambigüedad de los términos en que Trump se había expresado el sábado. El senador republicano de Colorado, Cory Gardner, tuiteó: “Señor Presidente: debemos llamar la maldad por su nombre. Estos eran supremacistas blancos y esto fue terrorismo interno”. El senador Marco Rubio, que en general ha estado muy coordinado con Trump en la política exterior de EE.UU. hacia América Latina, dijo también por Twitter que “no hay nada patriótico sobre los nazis, el KKK o los supremacistas blancos. Es totalmente lo contrario a lo que EE.UU. busca ser”.

Otro senador republicano, Orrin Hatch, dijo que “debemos llamar la maldad por lo que es. Mi hermano no entregó su vida luchando contra Hitler para que las ideas nazis fluyan sin ser opuestas acá en nuestro hogar”.

Los dirigentes del Partido Demócrata se unieron a las críticas. La líder de la minoría demócrata en el Congreso, Nanci Pelosi, dijo por Twitter: “repita después de mí, @realDonaldTrump: los supremacistas blancos son una afrenta contra los valores estadounidenses”. La senadora por Massachusetts, Elizabeth Warren, se unió al debate señalado que “¿cómo puede @realDonaldTrump mostrar de qué lado está? Puede comenzar por llamar esto por lo que es: supremacía blanca”.

Sin embargo, para los supremacistas blancos incluso esas palabras de Trump eran tibias, en desmedro de valores políticos que consideran “compartidos”. David Duke, líder supremacista de varios grupos presentes en Charlottesville, con vínculos con el Ku Klux Klan, respondió a Trump por Twitter: “Mírate bien al espejo y recuerda que fueron los estadounidenses blancos los que te pusieron en la Presidencia, no los radicales de izquierda”.

El rol político de Trump en el refortalecimiento de estos grupos nazis y de extrema derecha es claro en palabras de Duke: “Estamos determinados a recuperar al país. Vamos a cumplir las promesas de Donald Trump. Eso es en lo que creemos. Por eso es que votamos por Donald Trump, pues él dijo que iba a recuperar el país”.

Lunes

Tras un tenso domingo (aún en silencio sobre el componente de odio racial de los hechos del viernes y sábado), finalmente el lunes 14 de agosto, 3 días después del asesinato de Heyer, Trump cedió a las presiones y apareció ante las cámaras. En una declaración de tono mecánico, breve, sin aceptar preguntas y leída con teleprompter, Trump expresó lo que la población y la clase política esperaban que dijera 3 días atrás: “El racismo es el mal. Y aquellos que causaron violencia en su nombre son criminales y matones, incluyendo los KKK, los neonazis y los supremacistas blancos y otros grupos de odio que son repugnantes frente a todo lo que valoramos como estadounidenses”.

Trump recuperó fuertemente el control comunicacional con esas declaraciones, y pareció apaciguar un debate que venía creciendo peligrosamente contra su ya bajísima aprobación en las encuestas (la más baja de la historia, con casi un 30%, y bordeando ya el 60% de reprobación).

Martes

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Manifestación en recuerdo de Heather Heyer, en la Universidad de Virginia, 16 de agosto de 2017. (Crédito foto: Patricio Zamorano)

Pero el martes 15 vino la hecatombe. En lo que pareció el verdadero Trump, liberado del guión leído el lunes, el presidente de EE.UU. protagonizó una de las conferencias de prensa más perjudiciales para su Presidencia, desde la Torre Trump, su hogar en Nueva York. Borrando lo dicho el lunes, y con un fuerte enojo contra los periodistas presentes, volvió a relativizar el rol de los nazistas y supremacistas blancos, justificando la violencia como provocada por la remoción de los monumentos del sur esclavista, simplificando 100 años de compleja historia e igualando a los generales de defensa del esclavismo Robert Lee y Stonewall Jackson con los independentistas George Washington y Thomas Jefferson (“ellos también eran dueños de esclavos”, explicó) e igualando también a los manifestantes que se opusieron a los supremacistas y nazistas. Los acusó de ser co-responsables de lo acontecido el sábado, incluyendo el asesinato de Heather Heyer.

La reacción de cientos de líderes nacionales de su partido y de la oposición llegó como una oleada gigantesca, junto a prominentes representantes de la comunidad judía nacional. Varios ejecutivos de las principales compañías de EE.UU. (Intel, Under Armour, Pepsi, General Motors, Walmart, JPMorgan, entre otras) renunciaron en 24 horas a los comités empresariales de la Presidencia, que eran el orgullo de Trump, siendo el CEO afroestadounidense del gigante farmacéutico Merck, Kenneth Fraizer, el primero en iniciar el éxodo.

El congresista y líder de la Cámara de Diputados, el republicano Paul Ryan, también rechazó las declaraciones de Trump, señalando que “debemos ser claros. El supremacismo blanco es repulsivo. Esta intolerancia es contraria a todo lo que este país cree. No puedo haber ambigüedad moral”.

El ex candidato a la Presidencia de EE.UU., Mitt Romney, conminó a Trump a pedir disculpas debido “al riesgo de que comience la desarticulación del tejido nacional”. Señaló por Facebook que lo que Trump expresó “causó que los racistas se regocijaran, que las minorías lloraran, y que el vasto corazón de Estados Unidos quedara de luto”.

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Manifestación en recuerdo de Heather Heyer, en la Universidad de Virginia, 16 de agosto de 2017. Frente a monumento a Jefferson, en la llamada “Rotunda”. (Crédito foto: Patricio Zamorano)

Contactado por La Tercera, Stephanie Guiloff, Subdirectora del American Jewish Committee, la agrupación más antigua de EE.UU. en temas de esa comunidad, nos envió la declaración pública de su Presidente, David Harris, donde critica los dichos de Trump de esta semana: “Señor Presidente, no hay una equivalencia moral, y no puede haberla. No cuando un lado celebra a la Confederación racista y separatista, y canta ‘los judíos no nos remplazarán’ y el otro lado representa las voces de inclusión y diversidad (…) Como el funcionario electo más importante de nuestro país, se espera que usted sea nuestro líder moral y el gran unificador. Lamentablemente, usted ha abdicado ambos roles. Sus declaraciones del sábado y el lunes lo dejaron dolorosamente claro, como así también los cinco días que transcurrieron sin que usted haya visitado a la familia de Heather Heyer o su ausencia en su funeral”.

El caso es incluso más escandaloso para la propia familia de Trump. El líder supremacista blanco que lideró los actos de violencia del fin de semana, Christopher Cantwell, ofendió ante las cámaras al propio yerno de Trump, que es judío. En un revelador reportaje televisivo de Vice News, Cantwell criticó a Trump “por entregar su hija a un judío”. Agregó que “no creo que tú puedas sentir la forma en que yo siento el tema racial, y ver al bastardo de Kushner caminar en torno a esa bella mujer”.

La propia sinagoga a la que pertenece Ivanka Trump y Jared Kushner repudió las declaraciones de Trump. La congregación de Kehilath Jeshurun en Manhattan, declaró en Facebook que “aunque siempre evitamos la política, estamos profundamente preocupados por la equivalencia moral y equivocación que el Presidente Trump ha ofrecido como respuesta a este acto de violencia”.

El costo va de lo macronacional a la realidad de la familia de Heather Heyer. Susan Bro, su madre, dijo esta semana que no hablará con Trump y no responderá sus llamadas telefónicas, luego de sus declaraciones del martes, y de las que siguieron, donde reafirma lo dicho.

Miércoles

El pasado miércoles 16 de agosto, en la ceremonia de recuerdo a la vida de Heather Heyer efectuada a solo pasos del lugar en que fue asesinada, su madre dijo que “la última publicación en Facebook de mi niña decía “si tú no estás indignado, entonces no estás poniendo atención”, a propósito del racismo y la intolerancia que invade actualmente a la sociedad de EE.UU. Su madre agregó en el Teatro Paramount de Charlottesville, en el multitudinario funeral, que “intentaron matar a mi niña para silenciarla. Bien, ¿saben que?”, dijo para referirse a continuación a los supremacistas blancos y neonazis: “¡Ustedes solo la amplificaron!”.

Sus palabras fueron recibidas por una gigantesca ovación por las miles de personas presentes junto a ella. El Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no estaba entre ellas…


ENTREVISTA DESTACADA: Gustavo Torres, Director Ejecutivo de CASA de Maryland

El impacto de Charlottesville entre los inmigrantes hispanos

Cas Mar Gus TorrLos hechos de Charlottesville se enmarcan en la lucha paralela que los grupos por los derechos de los inmigrantes vienen desarrollando desde hace décadas, y que se ha incrementado frente a la campaña de oposición del propio presidente Trump a la presencia de los inmigrantes indocumentados, de los refugiados sirios y de otros países, y de miembros de la religión musulmana.

Casa de Maryland es una de las instituciones que más lucha a nivel nacional por una reforma migratoria justa e integral para los millones de familias que no están legalizadas. Su Presidente, Gustavo Torres, que opera fuertemente a nivel legislativo y con los principales líderes nacionales involucrados en el tema de la inmigración, advierte sobre la violencia que puede afectar también a la comunidad hispana en el país:

¿Cuál es la posición de Casa de Maryland sobre las declaraciones de Donald Trump esta semana, respecto a la forma en que se ha expresado sobre los hechos de violencia en Charlottesville?

El Presidente Trump con sus declaraciones demostró sus valores y principios racistas y hegemónicos. Claramente no está preparado para dirigir esta nación. Es una persona, desde nuestro punto de vista, incompetente y con una agenda ultra-derechista.

Los hechos de Charlottesville, ¿en qué forma se enmarcan en el problema de la discriminación a los inmigrantes y la política comunicacional de Donald Trump?

Los hechos de Charlottesville no son nuevos, es la historia racista y hegemónica de esta nación que todavía no terminamos de reconocer y confrontar. El racismo es institucional y profundamente arraigado en esta sociedad. Son ya más de 200 años de humillaciones, saqueos y asesinatos de personas afro-americanas y otras minorías. El Presidente Trump viene impulsando desde que inició su campaña posiciones anti-inmigrantes y de odio. Después de que tomo posesión como Presidente, ha iniciado políticas racistas y anti-emigrantes tales como la prohibición de viaje a las personas de 6 países del Medio Oriente, deportaciones masivas, propuestas de ley para reducir la inmigración legal y más recientemente la eliminación del programa CAM que permite a los niños centroamericanos que huyen de la violencia entrar legalmente. Lo ha cancelado y dejado a miles de estos niños en un limbo jurídico. Desde nuestro punto de vista, todo esto enmarcado en su visión racista y anti-inmigrante.

¿Cuál es la experiencia de Casa de Maryland con las formas de odio racial similares a las expresadas en Charlottesville, de grupos de supremacistas blancos, neo-nazis, o de los apoyadores en general de Donald Trump?

La experiencia de Casa de Maryland ha sido diversa en ese sentido. En años pasados, sectores derechistas y de odio trataron de quemar nuestras instalaciones. Hemos recibido amenazas de muerte y todos los días mensajes de odio. Son innumerables las amenazas, al punto que hemos contactado al FBI para solicitar protección. El Presidente Trump con sus actuaciones y retórica, está promoviendo y exasperando esta situación tan difícil que atraviesa este país.

Ver Galería de fotos: “Violencia racial en EEUU: el dolor y la esperanza en Charlottesville”

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